Un verso encendido en el escenario: Chingones y la poesía de Agüero en el Quilmes Rock
La banda puntana emergente traza un puente entre la poesía eterna y la furia sonora del rock argentino, conquistando el derecho a tocar en uno de los festivales más emblemáticos del país en 2026.
En la vasta llanura de los sonidos argentinos, donde cada acorde se mezcla con el polvo de los caminos y el murmullo del público, una historia inesperada ha florecido. Desde Carpintería, en la provincia de San Luis, una banda llamada Chingones ha levantado su guitarra como quien alza una antorcha en la noche. Con la furia y la delicadeza de quienes conocen el fuego, se consagraron ganadores del primer concurso nacional llamado Mi Banda Interior, una competencia donde el pulso de la música emergente late con fuerza y esperanza. Esta victoria les abrirá las puertas del Quilmes Rock 2026, ese festival que durante décadas ha sido refugio y tormenta simultáneamente para el rock argentino, un lugar donde los sueños se afinan y los futuros se escriben con notas eléctricas.
Pero en la epopeya de Chingones no hay solo guitarras y amplificadores. Ellos han traído consigo la palabra viva de Antonio Esteban Agüero, un poeta al que muchos en San Luis consideran un titán de la imaginación, susurrado por voces antiguas y recientes como si fueran secretos compartidos al oído del viento. La poesía de Agüero, tejida en el ritmo del punk rock, es como una brasa encendida que rechaza apagarse, un canto que quiere germinar en el estruendo de los amplificadores y en los oídos de una multitud hambrienta de sentido.
Fue en Mar del Plata, bajo el techo del Teatro Vorterix, donde Chingones se enfrentó a otras ocho bandas en la final del concurso. Allí, entre miradas tensas y guitarras afinadas como espejos que reflejan el alma, se alzó victorioso el grito sonoro de San Luis. Y con él, la promesa de llevar su música y la palabra del poeta a uno de los escenarios más grandes de la Argentina musical. La victoria no solo coloca a la banda en un lugar privilegiado en la escena, sino que afirma un lazo entre la cultura local y una expresión artística que se niega a ser encasillada, un puente tendido entre el verso y la melodía.
En un país donde la música no es solo sonido sino también memoria y destino, este triunfo se siente como una revelación. El rock que nace en las alturas de las sierras puntanas y la voz del poeta que ha trascendido fronteras encuentran un punto de encuentro en un festival que, año tras año, reescribe la historia de nuestra música. Cuando Chingones suba al escenario, no solo estarán interpretando canciones: estarán invocando el canto de quienes creen que la música y la palabra pueden ser una sola llama en la noche argentina.
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